Para muchos, siempre ha estado ahí. Cuando paseamos por ciertas zonas de poblaciones españolas, sobre todo las más turísticas, nos encontramos decenas de pizarrones marcados con el conocido menú del día, una opción que se le da al comensal que suele rondar los 10 euros y que se compone de primer y segundo plato, postre, pan, bebida y a veces incluso café. Normalmente una ganga con comidas de elaboración sencilla y que nos salva de un día de turismo o una comida fuera de casa.

El menú del día es una tradición española que sigue sorprendiendo a aquellos extranjeros que visitan por primera vez este país. ¿Cómo es posible que por una cantidad de dinero tan ajustada, podamos conseguir tanta comida en un restaurante? La verdad es que este hecho tan icónico nos llega directamente del franquismo y estaba dedicado en sus primeros momentos, precisamente a los turistas. Todo comienza cuando en los años 60, el Ministerio de Información y Turismo, que por aquella época funcionaba bajo las órdenes de Manuel Fraga Iribarne, decidió atraer más visitantes a España con una de las cosas que mejor se hacen en este país: comer y beber. Fue en 1964 cuando en uno de los intentos de atraer viajeros internacionales se creó y reguló lo que se llamó por aquella época el «menú turístico»· Se obligó a que todos los restaurantes contasen con uno, con un precio previamente marcado por el gobierno y ajustado al nivel de cada establecimiento y por supuesto bien visible y con platos típicos de la gastronomía española.
Claro, que a los restaurantes estas obligaciones no les debieron gustar demasiado y tenían sus trucos para empujar a los turistas a pedir de la carta. No fue hasta que tras la muerte de Franco y la liberación de estas normas tan estrictas cuando los menús del día comenzaron a tener un poco más de éxito. Hoy en día es fácil encontrarse opciones que rondan los 10 euros pero también las hay mucho más caras, ofreciendo un poco más de calidad o un producto mejor.