Dulzaina flamenca: «no hay ninguna música que no tenga cientos de influencias»

Dulzaina flamenca: «no hay ninguna música que no tenga cientos de influencias»

Tocar la dulzaina para hacer flamenco puede parecer una locura pero no lo es. Samuel Brogeras (Aranda de Duero, Burgos) cita a Enrique Morente quien decía que «purista es el que fuma puros» para reivindicar que en el mundo de la música no puede haber fronteras, «no hay ninguna música que no tenga cientos de influencias, y el flamenco las tiene».

Samuel Brogeras toca la dulzaina desde hace 25 años, siempre ha querido probar cómo este instrumento, tan asociado a la jota, podía adaptarse a otros estilos musicales. Por las manos de este arandino han pasado todo tipo de partituras, desde boleros hasta flamenco. Desde hace siete años, este último estilo musical es el que más le ha robado el tiempo, él ha sido la primera persona que se ha planteado traspasar esa frontera hacia un arte que parecía estar demasiado lejos, culturalmente hablando.

Su intención siempre ha sido explorar el sentimiento y la expresividad de la dulzaina. Un día se percató de que aquello que caracterizaba a este instrumento, que para unos estilos podía ser un hándicap, en el flamenco se convertía en un punto a favor. «Puedes moldear tanto la nota, que a veces ni siquiera parece que esté atemperado, se parece más a la voz, puedes jugar con la nota». Es por esto por lo que a la hora de crear sus partituras, se fijó en los cantaores, «la voz es lo más expresivo».

A sus espaldas cuenta con cientos de horas de trabajo que han desembocado en un disco, Masdar, en el cuál ha contado con la colaboración de grandes nombres como el de Soleá Morente, Miguel Lavi, Alfonso Aroca o Lorena Álvarez.

En sus esperanzas, profesionalizar y mejorar, e incluso enseñar lo que ha aprendido a aquellos que quieran seguir creyendo en este matrimonio entre la dulzaina y el flamenco.