Un guirigay de arte

Un guirigay de arte

Un guirigay es el griterío y la confusión que resulta cuando varios hablan a la vez o cantan desordenadamente, un lio para los sentidos. Por eso, Román Muñoz decidió llamar así a su taller porque una vez que entras, te puedes encontrar cualquier cosa que imagines.

A escasos metros de la catedral de Burgos, nace la magia. Ahí, es dónde Román Muñoz tiene su taller y dónde crea todo aquello que puedas imaginar. Cuando llegas a Taller Guirigay, todo tipo de criaturas aparecen por los rincones, desde un peregrino de piedra, el «Piedigrino», hasta una marioneta del Cid.

Román estudió magisterio pero dirigió su vida hacia el arte cuando tras crear un grupo de teatro de títeres se dio cuenta de que lo que más le gustaba era crear las marionetas y los decorados del teatro. Se formó en escultura en la escuela de artes de Burgos y amplió sus conocimientos en las diferentes disciplinas que le ayudaban a ir creciendo y mejorando su técnica. Hoy en día dice que su taller es un verdadero guirigay sobre todo porque cuando entras te puedes encontrar una máscara de teatro, un escultura para una exposición o un montaje o estructura para un escenario o para la calle.

Dice que no siempre hace obras de fantasía, que a veces también le toca reproducir la realidad, y entonces tiene que documentarse bien para que su creación sea lo más realista posible, en esos casos le toca buscar la forma de engañar para que parezca de verdad, aunque, eso sí, si puede, realiza siempre algo que lo haga diferente.

El taller lleva en marcha desde 1993 y desde entonces ha trabajado para administraciones, grupos de teatro, asociaciones, particulares y cualquiera que quiera hacer realidad lo que pasa por su imaginación. Román continúa aprendiendo y descubriendo materiales y técnicas que cambian constantemente y se adaptan a los nuevos tiempos seguir creando.