Desde Aranda de Duero, Sonorama Ribera lleva veintitrés años luchando por la cultura y trayendo edición tras edición conciertos de lujo hasta la España vaciada. El COVID-19 ha marcado su 2020 y les ha hecho tener el ingenio suficiente como para no dejarnos sin música en estos tiempos tan inciertos.
Con motivo de la celebración de una gala de Nochevieja por streaming charlamos con el coordinador de Sonorama Ribera, Javier Ajenjo, que nos cuenta que finaliza para ellos «un año tremendamente extraño». De repente, la organización de un evento de estas características, que siempre ha sido extremadamente complicado, se convierte en algo incierto. Durante las primeras semanas, la espera, las conversaciones con otros festivales y sobre todo la falta de evidencias generaron que fuera difícil tomar una decisión. De cara al verano, cuando las cosas no mejoraban y la situación se tornaba más complicada, vieron «que iba a ser imposible realizar un festival como Sonorama Ribera».
Ante problemas, soluciones. No perdieron ni un segundo para empezar a crear actividades alternativas que acercaran la cultura al público de la forma más segura posible. El streaming fue el primer camino y con un impacto de más de 300.000 visualizaciones se convirtió en un éxito. A las pantallas les siguió la posibilidad de hacer actuaciones presenciales con medidas de seguridad que evitaran el contagio. Nació Sonorama Ribera Viva la Vida, en colaboración con la Denominación de Origen Ribera del Duero, y llevaron hasta Aranda de Duero, Burgos y Valladolid las actuaciones de grandes artistas como Viva Suecia, Amaral, Ara Malikian o el Kanka.
La vertiente más social de Sonorama Ribera se dejó ver con la organización de un concierto para 1.000 personas (que también se iba a retransmitir en streaming) que iba a ocupar los días en los que había estado agendado el festival. Este evento se iba a dirigir a todas aquellas personas que habían estado trabajando en primera línea de batalla, desde los indispensables sanitarios al personal de limpieza pasando por farmacéuticos, repartidores y muchos otros trabajadores. Un nuevo golpe, esta vez el cierre perimetral de Aranda de Duero, impidió su celebración y demostró que para sus organizadores lo primero es la seguridad de los asistentes.
«Quiero pensar que este 2020 ha servido para aprender» dice Ajenjo. Y en cierta manera así ha sido, a todos nos ha demostrado que podemos ser más resilientes, que somos capaces de adaptarnos a lo que venga y que lo que venga va estar marcado por lo que ha sido, que la música también ha aprendido de esta situación y que se quedará con lo bueno desechando aquello que pueda hacerle daño.