Zapatillas personalizadas, bolsas llenas de colores, murales que llenan de vida las zonas despobladas y sábanas contra el Covid, todo eso, y mucho más, es Julita Romera y Alpartgata. Desde Soria, esta artista llega con su arte a cualquier rincón.
Cuando Julita Romera se acercó a los 40 se dio cuenta de que necesitaba darle un giro a su vida y cambiar su trabajo. Soriana hasta la médula, esta artista siempre ha pintado, sin embargo, su trayectoria laboral se desarrolló en un laboratorio, dedicándose a los ventiladores mecánicos. Eso sí, el día que cambió, lo hizo escuchando a su corazón. Cambió una bata por otra y se lanzó a la pintura.
AlpARTgata es el proyecto en el que anda sumergida Julita desde hace 8 años. Lo que hace es pintar. Pinta de todo, pero sobre todo textil y en especial zapatillas. Cuando entras en su tienda no puedes evitar parar a mirar cada una de su pequeñas obras de arte, calzado que te lleva de viaje por lugares, por cuadros, por películas y por cualquier otra cosa que se pase por tu imaginación. Más de 7.000 zapatillas han pasado por sus manos en estos años y en ellas ha plasmado de todo, aunque confiesa que destacan sobre todo sus motivos paisajísticos con un toque rural, y es que confiesa que le tira el pueblo.
Aunque su negocio se base sobre todo en las zapatillas personalizadas, a Julita no le gusta encajonarse solo en una disciplina, es por ello por lo que en cuanto puede lleva su arte a otra dimensión. Actualmente se encuentra inmersa en el proyecto de arte mural «Las manos de la Tierra», un homenaje a quienes forjan las zonas rurales, a quiénes viven, crean y luchar por su tierra. Recorriendo varios pueblos sorianos, se pueden ver los diferentes murales que poco a poco va pintando y que crean lo que ella ha bautizado como La línea 1 de la España Vaciada.
Más allá, durante los meses de confinamiento, aprovechando unas sábanas viejas de hospital, Julita creo «Los ojos que te miran, Covid 19 Soria« una colección de retratos pintados sobre estas viejas telas que simbolizan la importancia de mirarnos a los ojos en estos tiempos tan convulsos, de ver más allá y expresar sin ocultarnos tras una sonrisa poco sincera.